13 de diciembre de 2016

Higiene


Higiene: proceso que hace que una persona cuide su salud, aspecto y su limpieza para evitar contraer enfermedades, limpiar la suciedad y conducirse de manera sana en sociedad. Es un sistema de acciones que cada individuo debe llevar a cabo por su cuenta. Los hábitos de higiene se ganan desde pequeños y es sumamente importante el rol que los padres y/o las autoridades tienen en enseñar a los niños las formas de actuar.

Las pequeñas acciones que caracterizan a la higiene diaria y personal son, en suma, importantísimas para asegurar a la persona un buen estado de salud, evitando estar en contacto con virus o bacterias, limitando la exposición a enfermedades y manteniendo un buen estado de pulcritud.

La manera en la que nos vemos a nosotros mismos y cómo nos perciben, impacta en nuestra autoestima y motivación. Quienes tienen un auto concepto distorsionado o atraviesan una etapa de depresión comúnmente descuidan su aseo, lo que repercute de manera negativa en su imagen y esto a su vez en su auto confianza.

Mantener un aspecto limpio y agradable nos hará sentirnos bien con nosotros mismos y proyectarlo hacia los demás.

Mantener hábitos de limpieza diaria como bañarse o lavarse las manos con agua y jabón después de ir al baño, o antes de cocinar y comer, puede ayudar a evitar enfermedades como la diarrea. Esta práctica ha demostrado reducir el índice de otros padecimientos como neumonía, gripe o ciertas infecciones de la piel y los ojos.

Es importante pensar en cada parte de nuestro cuerpo de manera separada, cuando se trata de higiene. Las acciones básicas que todos debemos llevar a cabo son:

1. Cepillarse los dientes por lo menos 2 veces al día.

2. Tomar un baño diario, especialmente si vivimos en una ciudad donde la contaminación y la humedad hacen que el cuerpo sea un imán para las bacterias.

3. Cambiar nuestra ropa todos los días y lavarla bien.

4. Lavar las manos tanto como sea posible: es crucial limpiarse las manos antes de comer, al venir de la calle, acariciar animales, tocar dinero, curar heridas, usar el ordenador o estar en contacto con enfermos. El lavado de manos es importantísimo para prevenir infecciones y enfermedades a causa de los gérmenes del ambiente.

5. El cuidado de nuestro entorno: los gérmenes pueden propagarse en nuestro hogar, sobre todo en lugares donde hay temperaturas altas y humedad. Prácticamente cualquier objeto puede estar expuesto al desarrollo de bacterias nocivas, por ello hay que cuidar la limpieza, poniendo atención especial en:

La cocina: es el espacio donde preparamos nuestros alimentos, debemos garantizar las condiciones de saneamiento necesarias para evitar contagiarnos de alguna enfermedad. Hay ciertos elementos potencialmente riesgosos como el fregadero, los utensilios de limpieza, la superficie donde se prepara la comida y los sitios donde almacenamos los alimentos.

El baño: espacio donde cuidamos nuestra higiene y atenemos nuestras necesidades fisiológicas básicas. Aquí el calor y la humedad favorecen el desarrollo de bacterias patógenas, por tanto, desinfectar constantemente y mantener una buena ventilación que permita que la humedad se evapore y el aire se renueve es imprescindible.

La higiene se puede llevar a cabo en pequeñas acciones como lavarse las manos varias veces por día y en momentos específicos, bañarse de manera seguida, utilizar ropa cómoda y fresca, cepillarse los dientes y mantener los ambientes frescos, ventilados y limpios.

Los hábitos de higiene son los que nos permiten vivir con buena salud y mantener una mejor calidad de vida. La higiene personal también implica desde usar ropa limpia, cubrirnos la boca cuando tosemos hasta tener las uñas limpias. Esto es esencial tanto para proteger nuestra salud como la de quienes nos rodean.

Nuestra piel debe permanecer adecuadamente limpia e hidratada, ya que es una barrera que nos protege de posibles infecciones. Un cuerpo sucio constituye un terreno propicio para el desarrollo microbiológico. El polvo, el sudor y otras secreciones, así como el calor, son factores que favorecen la multiplicación de microbios patógenos. La acumulación de secreciones normales, sin haber hecho ningún esfuerzo físico, basta para favorecer el crecimiento de microorganismos.

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