Las enfermedades cerebrovasculares o ictus se producen por una alteración en la circulación sanguínea en el cerebro ocasionando cambios temporales o definitivos en su funcionamiento.
Existen dos tipos principales: los ictus hemorrágicos, que se producen cuando un vaso sanguíneo se rompe produciendo una hemorragia cerebral, y los ictus isquémicos, que son infartos cerebrales que suceden al ser obstruida una arteria por un coágulo de sangre.
Además de suponer la tercera causa natural de muerte en países desarrollados tras las enfermedades coronarias y el cáncer, los ictus provocan frecuentemente discapacidades permanentes o a largo plazo, repercutiendo en las familias, la sociedad y en la economía. Tras sufrir ictus, un tercio de los pacientes se recupera totalmente, otro tercio fallece y otro tercio queda con secuelas. En los siguientes 30 días, el 25% de las personas afectadas morirán. En nuestro país, se estima que uno de cada seis habitantes sufrirá un ictus a lo largo de la vida. Con estos datos se observa la importancia de saber qué es el ictus, cuáles son sus causas y, especialmente, cómo se puede prevenir esta patología.
Factores de riesgo
· Hipertensión arterial. Una tensión arterial superior a 140/90 mmHg supone un riesgo aumentado entre tres y cinco veces.
· Fibrilación auricular (FA). Las personas con FA, una arritmia cardíaca que afecta a alrededor de una de cada cuatro personas a partir de los 40 años, presentan entre cuatro y cinco veces más posibilidades de sufrir un ictus embólico. Además, en los ictus asociados a la FA la probabilidad de muerte se incrementa un 20% y la de discapacidad un 60%. Por ello es necesario tener en cuenta los factores de riesgo de la FA: hipertensión arterial, diabetes, envejecimiento, insuficiencia cardiaca, hipertiroidismo, otras alteraciones hormonales o el alcoholismo.
· Cociente TG/HDL elevado, superior a 3,5. Las moléculas de triglicéridos (TG) y las moléculas de "colesterol malo" o LDL (lipoproteínas de baja densidad) por su estructura pueden depositarse en las paredes arteriales, sufrir un proceso de glucosilación y posteriormente dar lugar a las llamadas placas de ateroma. Estas placas son las que obstruyen la circulación sanguínea pudiendo provocarse infartos de miocardio o accidentes cerebrovasculares. La relación entre los triglicéridos y el "colesterol bueno" o HDL, que no se deposita en las paredes arteriales, es un buen indicador del riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular o un infarto.
· Tabaquismo. Consumir tabaco supone un riesgo de dos a tres veces superior de sufrir un ictus hemorrágico.
· Terapia hormonal en mujeres postmenopáusicas.
·
Alcoholismo.
· Otras enfermedades: diabetes mellitus, estenosis de la arteria carótida, enfermedad de células falciformes, hipertrofia ventricular izquierda, hipercoagulabilidad e ictus isquémico o accidente isquémico transitorio previos.
· Factores de asociación débil: inactividad física, obesidad, consumo de drogas, uso de anticonceptivos orales, síndrome metabólico, cardiopatías y estados inflamatorios.
Prevención
Como hemos visto, existen factores de riesgo que pueden ser modificados para reducir las posibilidades de padecer una enfermedad cerebrovascular. Algunas medidas que disminuyen el riesgo de sufrir un ictus son:
· Tratamiento de la fibrilación auricular. Una vez diagnosticada mediante electrocardiograma, la FA debe ser tratada para reducir el riesgo de ictus. Existen diferentes tratamientos en función del paciente y de otras alteraciones cardíacas que pueda presentar.
· Reducción de la hipertensión arterial. Mediante la modificación de factores de estilo de vida y, si es necesario, mediante fármacos.
· Abandono del hábito tabáquico.
· Reducción del peso en pacientes con obesidad.
· Moderación del consumo de alcohol.
· Actividad física moderada y adecuada a las capacidades del individuo.
· Consumo regular de verduras y frutas.
Más información:
http://www.observatoriodelictus.com/
http://www.guiasalud.es/egpc/ictus/completa/apartado01/introduccion.html