Suprimir la carne roja de la dieta puede privar al cuerpo de un importante número de vitaminas y ciertos grupos de proteínas que no pueden conseguirse por otras vías con la misma abundancia y calidad.
Dentro de la carne roja se incluyen la carne de vaca,
buey, toro, la de caza en general, así como las vísceras. En el caso de
la carne blanca, reciben ese nombre tradicionalmente la carne de pavo,
pollo y conejo. Las de cordero y de cerdo no se incluyen en ninguna en
concreto, porque dependen de la edad del animal o de la pieza escogida.
Eso sí, todas las carnes se caracterizan por su alto nivel proteínico.
La
carne roja es mucho más jugosa y su color se debe a un alto contenido
en mioglobina. Además, aportan una elevada cantidad de hierro, por lo
que es un alimento que a las personas con anemia les aconsejan comer.
Frente a estas virtudes, hay que tener en cuenta que se trata de una
carne con más purinas, 'desechos' que se traducen en un aumento del
ácido úrico. Por otro lado, la carne blanca aporta también proteínas de alto valor biológico, apenas tiene
grasas saturadas y es una carne mucho más fácil de digerir.
La carne roja es un alimento que se ha criticado por supuestas relaciones con enfermedades como obesidad, cardiopatías, colesterol y ciertos tipos de cáncer.
En efecto, el abuso de carnes rojas en dietas no equilibradas parece haber favorecido el incremento de enfermedades mortales o que generan incapacidad. El caso más notable y alarmante es el aumento del colesterol en sangre, compuesto graso que se requiere para regular varias funciones del organismo a nivel celular, pero que en grandes cantidades en el torrente sanguíneo puede agravar enfermedades como hipertensión y desencadenar problemas como aterosclerosis (taponamiento de vasos sanguíneos) y paro cardíaco.
También, cabe mencionar el incremento del ácido úrico, que normalmente facilita desplazamiento y movimiento corporal, pero que en grandes cantidades ocasiona dolor incapacitante y gota, inflamación articular debido a la cristalización y acumulación de este compuesto.
Gran parte de estos problemas se deben también a otros factores: poco ejercicio, tabaco, alcohol, intensas sesiones de trabajo y escaso número de frutas y verduras.
Otro problema notable se deriva de la manera en que se prepara, cuando la carne es ahumada o dorada directamente al fuego vivo, se forman compuestos cancerígenos que generan tumoraciones en estómago, intestino grueso y delgado. El riesgo aumenta si la dieta está basada en poca diversidad de alimentos, en donde no están presentes productos de origen vegetal ricos en fibra y vitaminas C y E.
Una alimentación saludable se basa en la diversidad de alimentos, ya que no existe un solo producto capaz de proporcionar todas las sustancias nutritivas que nuestro organismo requiere.
Se ha estipulado que el consumo de carne blanca que debe ser, aproximadamente, 3 o 4 veces semanales mientras que el consumo de carne roja es recomendable 3 veces al mes.